La
Botica Apícola
En esta sección de nuestro blog vamos ir
describiendo las propiedades curativas de los productos de la colmena,
auténtico hospital de la Naturaleza. Así mismo, iremos describiendo las formas
terapéuticas y tratamientos que podemos usar, de una forma sencilla y natural,
como ayuda a la curación de diferentes trastornos y patologías. Este conjunto
de técnicas es conocido hoy en día con el nombre de “Apiterapia”.
Entre los dones curativos que nos ofrecen las abejas
se encuentran: las Mieles, la Jalea Real, el Própolis, la Apitoxina (veneno),
el polen, los Aromieles (combinación de miel con extractos y aceites esenciales
de plantas medicinales), la cera, el Pan de abeja y el apilarnil (larvas).
Todos ellos cumplen el principio Hipocrático
esencial: “Que tu alimento sea tu medicina.” Hemos de decir que aunque la
apiterapia no constituye en sí una materia médica, como es el caso de la
Alopatía, Homeopatía o Naturopatía, sus aplicaciones y fórmulas forman parte de
muchos de sus tratamientos. Por tanto podemos hablar de la apiterapia como
terapia alternativa complementaria y auxiliar de la medicina convencional. No
obstante, en la práctica clínica, descubrimos que existen una gran variedad de
patologías que remiten y curan completamente con los tratamientos con fórmulas
apiterapéuticas, a los que se reconocen mediante múltiples investigaciones
fármaco-clínicas propiedades inmunoestimulantes,
antiinflamatorias, analgésicas, expectorantes, bactericidas y antisépticas,
tonificantes (digestivas y respiratorias), dermatológicas (quemaduras y
ulceraciones), cicatrizantes, así como
cardio y hepatoprotectoras.
Comencemos pues a conocer los efectos de la Alquimia
apícola en la salud de nuestro cuerpo-mente, a través de diferentes entradas
que irán apareciendo en este blog.
LA
MIEL
Es el producto elaborado por las abejas melíferas a
partir del néctar de las flores y determinadas secreciones y jugos de las
partes vivas de las plantas. Las abejas liban estas sustancias con la ayuda de
sus trompas y las almacenan en el llamado buche melario, donde se produce la transformación de las mismas
con determinados fermentos y enzimas (diastasas) segregados por sus glándulas
salivares, hasta que la transportan a la colmena. Allí la abeja recolectora lo
regurgita para dárselo a una abeja obrera, que a su vez lo transmite a otra, y
así sucesivamente la miel se deshace poco a poco de su agua enriqueciéndose con
las secreciones de esta alquimia comunitaria.
Por esto la miel, predigerida por las abejas, constituye un alimento de
rápida y fácil absorción para el ser humano. Posteriormente la miel es
almacenada en los alvéolos hexagonales de la colmena, donde madurará después de
3 o 4 días. Luego, para evitar la fermentación, una obrera cerrará el alvéolo
con una cobertura de cera en un proceso conocido como operculación. Entonces,
en éste vacío absoluto, comienzan ciertos procesos bioquímicos durante 3 o 4
semanas, en las que la miel alcanza su máximo grado de pureza. Para fabricar 1
Kg de miel, las abejas deben realizar alrededor de 50.000 vuelos y visitar más
de 1 millón de flores.
En la legislación francesa se prohíbe unir a la
palabra “miel” el adjetivo “natural”, ya que ésta en su origen es siempre natural
100%. La miel contiene unas 70 sustancias diferentes, sustancias por otro lado
de las más necesarias para nuestro organismo: 17 % de agua, 80 % de azúcares
(principalmente monosacáridos de rápida absorción y fácilmente asimilables), enzimas
naturales entre las que destacan las diastasas (amilasa, invertasa, catalasa,
peroxidasa, etc. que permiten una rápida recuperación de energía en el desgaste
físico como en el caso de los deportistas) o la glucosa-oxidasa de efecto
antibacterilógico, sales minerales entre las que destacan el calcio, sodio,
potasio, magnesio y fósforo, vitaminas B1, B2, B3, B5 B6, C, E, K, Caroteno,
además de ácidos orgánicos, aminoácidos y proteínas, sustancias aromáticas
esenciales y factores antibióticos naturales.
Ya en el 2700 a.C. se encontraron en Mesopotamia
unas tablillas sumerias de arcilla donde se habla de la miel como medicamento.
En papiros egipcios de unos 2000 años a.C., como el Ebers, ya se habla de las
propiedades curativas de la miel y la cera. La medicina egipcia, además de
variados usos terapéuticos, consideraba la miel como una “fuente de
inmortalidad” usándola junto al própolis en el embalsamamiento y momificación y
de los restos mortales del faraón. Es larga la cadena de conocimientos y
tratados sobre el uso medicinal de la miel a lo largo de la historia (hindúes,
griegos, árabes, alquimistas medievales, etc.), lo que nos lleva a la
conclusión de que pocos remedios terapéuticos gozan de tan amplio bagaje
documental, antecedentes históricos y mayor campo de experimentación clínica
(prácticamente toda la humanidad), como la miel.
Cómo
usarla
La miel, a parte de sus riquísimas propiedades
nutricionales, requiere de ciertas condiciones para su uso terapéutico. Las
abejas en sus vuelos regresan sistemáticamente a libar en la misma zona floral,
lo que nos permite hablar de “tipos y variedades de mieles” dependiendo de la
mayor presencia de néctar original de una planta determinada o varias en la
miel elaborada. De ahí surge el concepto de mieles “multiflorales” o
“monoflorales”. Existe una gran diferencia en la eficacia terapéutica entre
unas u otras, prefiriendo siempre para esta finalidad mieles monoflorales (con
una cantidad superior al 51% de néctar de una flor característica), ya que
permiten una mejor utilización de los principios activos de cada planta,
enriquecidos por la alquimia apícola, así como apuntar bien en el blanco de las
diferentes patologías.
Todos podemos usar la miel nutritiva y terapéuticamente,
incluso los lactantes. Por ejemplo, es un sustituto perfecto del azúcar blanca
(de efectos tóxicos) al que podemos ir habituando a los niños en su
alimentación cotidiana (máximo 30 gr/día). En adultos se puede tomar entre 100
y 150 gr/día repartidos en diferentes tomas. Sir Edmund Hillary, primer
escalador en coronar el Everest, consumía muchos kilos de miel durante la
ascensión, que le permitían realizar un esfuerzo sobre humano y reponer su
energía, aumentando de una forma sorprendente su resistencia y facilitando su
recuperación.
Sólo hay una excepción en la ingesta de miel, los
enfermos diabéticos, que en casos graves deben abstenerse de ella, mientras que
en las diabetes más suaves y controladas podrían ingerirse hasta 30-60 gr/día, siempre
estando pendiente de los resultados diarios del medidor de glucemia y
consultando sobre el particular al endocrino. Sin embargo el resto de productos
de la apiterapia están muy recomendados para los diabéticos, existiendo curas
específicas para sus dolencias y complicaciones particulares.
Centrándonos en su uso terapéutico, las dosis
recomendadas son:
- Dolencias agudas 90 gr/día, distribuidos
en 3 dosis de 30 gr (una cucharadita de café) a lo largo del día durante 10
días.
- Dolencias
crónicas, hasta 2 cucharadas soperas al
día durante un mes.
En apiterapia, la miel
se recomienda tomarla disuelta en infusiones o zumos naturales. Sin embargo, en nuestra experiencia personal,
recomendamos tomarla de la misma forma en que se toman los medicamentos homeopáticos, vía sublingual, es
decir, dejándola deshacer y mezclarse lentamente, sin prisas, con nuestra
propia saliva debajo de la lengua. Si comprendemos que las mieles no sólo
tienen propiedades bioquímicas, sino también bioenergéticas, este proceso de
ingestión permitirá que ciertos canales etéricos, presentes en nuestra anatomía
energética sutil, puedan extraer los principios alquímicos depositados por el
Sol en la plantas, a su vez transformados por éstas y posteriormente por las
abejas. No queda espacio en este momento para compartir sobre este particular,
que esperamos desarrollar en un futuro al compartir nuestras experiencias en el
terreno de la Naturaleza Elemental y Etérica.
La miel para su uso en apiterapia
debe ser lo más pura posible, sin los aditivos que suelen usarse en las mieles
industriales. Siempre que sea posible debemos recurrir a mieles artesanales de
los apicultores de la zona, que podemos obtener en mercadillos de agricultores
y herbolarios. Una vez en casa hemos de conservar la miel al abrigo de la luz,
el calor y la humedad y no esperar mucho
para consumirla, o perderá poco a poco su aroma y cualidades. La presencia de
cristales y solidificación de la miel es un proceso totalmente natural e
indicador muchas veces de la pureza del producto. Podemos licuarla al baño
maría intentando no sobrepasar nunca los 45º C. Las mieles industriales que
encontramos para uso alimentario en los supermercados, han sido sometidas a
pasteurización a 78º C, obteniendo mieles líquidas y agradables de aspecto pero
que han perdido la mayoría de sus principios vitales esenciales, por tanto no
son útiles terapéuticamente.
Hay otras formas de
usar la miel en apiterapia como aerosoles (tratamientos de Bronquitis crónica y
asma, especialmente miel de acacia al 50% con suero fisiológico en un
nebulizador habitual, más nunca de Tilo que puede desencadenar una
crisis), ungüentos y pomadas para quemaduras y cicatrizaciones, Aromieles
(mezclada con extractos y esencia de plantas medicinales), hidromiel, etc.
Variedades
de mieles monoflorales e indicaciones terapéuticas
Seguiremos en esta
sencilla guía las indicaciones de los especialistas, mundialmente reconocidos, Doctores Théodore Cherbuliez y Roch Domerego, además de nuestra humilde
experiencia en este campo. Hay van 10 de las joyas de nuestra botica:
Miel
de Romero.- de color ámbar claro y sabor especialmente dulce.
Indicada para insuficiencia hepática y vesicular, fatiga general, flatulencias,
colitis, reumatismo y trastornos de las articulaciones, así como úlceras del
aparato digestivo. No deben abusar de ella los hipertensos por sus efectos
tonificantes.
Miel
de Eucalipto.- de color ocre, especial aroma y sabor
peculiar. Indicada para toda la gama de afecciones del árbol respiratorio, tos,
de las vías urinarias e intestinales y colibacilosis.
Miel
de Azahar.- casi transparente, aroma exquisito del naranjo y
suave al gusto. Indicada para trastornos nerviosos, especialmente para la
ansiedad, sedante, eficaz en el insomnio en niños y adultos, palpitaciones y
migrañas.
Miel
de Lavanda.- de tonalidad ambarina con la aroma del espliego,
indicada para afecciones respiratorias, gripe, quemaduras, heridas infectadas,
picaduras de insectos así como úlceras estomacales y duodenales.
Miel
de Brezo.- de color ámbar con tonalidades rojizas y trazas
amargas al sabor, indicada para Cistitis, prostatitis, infecciones intestinales
y fatiga general.
Miel
de Tomillo.- de tonos rojizos y sabor fuerte, indicada para
afecciones digestivas e infecciosas en general, tos, acidez estomacal,
diarreas, por su riqueza en hierro es recomendada en los casos de anemia,
reguladora de la tensión arterial.
Miel
de Castaño.- de color ámbar oscuro, aroma amaderado y sabor
dulce con notas amargas, indicada especialmente para la Anemia, así como
astenia y trastornos circulatorios.
Miel
de Tilo.- de color amarillo suave y fragancia
característica, indicada para Angustia, nerviosismo e insomnio (un vaso de
leche caliente con una cucharada de miel antes de dormir).
Miel
de Acacia.- de color clara, aroma suave y dulce, indicada
como laxante eficaz, reguladora intestinal, calmante suave, especialmente
recomendada para lactantes y niños de corta edad.
Miel
de Retama del Teide.- es exclusiva de colmenas ubicadas en
la zona del Parque Nacional de las Cañadas del Teide, de color claro puede
presentar tonos rojizos si contiene algo de néctar de Tajinaste, sabor suave y
agradable, indicada por sus efectos diuréticos y beneficiosos para el sistema
circulatorio, posee efectos tónicos cardíacos así como para tos, laringitis y
otras dolencias respiratorias.
Retama del Teide
Continuará ...